Saint-Guilem-le-Désert es un pequeño pueblo medieval escondido en las montañas, en el pintoresco valle del río Hérault.
El pueblo debe su fama a la Abadía fundada por San Guilhem en el año 806. Hoy en día lleva con orgullo numerosos títulos: joya de la arquitectura románica, miembro de la asociación Les Plus Beaux Villages de France (Los Pueblos Más Bonitos de Francia) y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El corazón del pueblo es la antigua abadía benedictina de Saint-Guilhem, construida en estilo románico y nombrada en honor a su fundador, Guillem de Gellone. Guilhem de Gellone, también conocido como San Guilhem o Guillermo de Orange, era primo de Carlomagno, fundador de la dinastía carolinga y destacado jefe militar de su tiempo. Participó en la conquista de Nimes, Narbona, Barcelona y Orange, por lo que recibió numerosos títulos, y desde el año 790 hasta el 806 fue Conde de Toulouse.
Al envejecer, Guilhem de repente se dió cuenta de que su verdadera vocación era servir a Dios. A la edad de 54 años, una edad avanzada para la época, fundó la Abadía de Saint-Guilhem-le-Désert en una zona tranquila de Gellone, rodeada de montañas, adoptando el nombre de Guilhem de Gellone. En el año 806, se retiró a la abadía para esconderse de las vanidades del mundo.
Curiosamente, no dirigió el monasterio y vivió allí como un simple monje. Guilhem murió en 812 y en 1066 fue canonizado por la Iglesia.
Y desde hace 12 siglos este lugar mágico, un oasis verde en el corazón de la garganta del Hérault, ha servido como refugio para monjes, peregrinos, viajeros y hoy en día para turistas que buscan sentir el auténtico espíritu de la Edad Media.
Acogedoras calles empedradas del pueblo están flanqueadas por casas de piedra acurrucadas entre sí con encantadores balcones cubiertos de hiedra y flores, coloridas puertas que parecen conducir a un cuento de hadas, pequeñas plazas con fuentes donde los gatos peludos toman el sol – todo esto crea un ambiente único con el que puedes olvidar la realidad y sumergirte completamente en la historia de este lugar fascinante.
Dentro de los muros de la abadía aún se conserva una reliquia extraordinaria: un fragmento de la Santa Cruz, que ha sobrevivido milagrosamente hasta nuestros días a pesar de los años de saqueo. Los peregrinos, al igual que hace cientos de años, continúan visitando esta sagrada reliquia mientras recorren el famoso Camino de Santiago hacia la ciudad española de Santiago de Compostela.
En el camino a la Abadía se encuentra otro tesoro de la región: el Puente del Diablo (Pont du Diable). Es uno de los puentes medievales más antiguos del sur de Francia. Durante más de 1000 años este puente ha resistido las furiosas aguas del río Hérault, dando paso entre las colinas y el valle a los peregrinos que lo utilizaban desde la antigüedad como parte de la ruta en su camino a Santiago de Compostela.
El puente, al igual que la Abadía, fue construido en estilo románico en el siglo XI, alrededor del año 1028, por monjes de las dos abadías vecinas: la Abadía de Gellone en Saint-Guilhem-le-Désert y la Abadía benedictina de Aniane. Tiene una longitud de aproximadamente 50 metros, y su diseño sencillo pero resistente, con dos arcos principales y dos laterales, ha permitido que el puente perdurará durante muchos siglos, a pesar de los desbordamientos del río y el paso del tiempo.
El nombre del puente proviene de una antigua leyenda. Según la tradición, los monjes no lograban completar su construcción, ya que las aguas turbulentas del río destruían el puente una y otra vez. Entonces, el Abad de una de las abadías hizo un pacto con el Diablo: el maligno dejaría de interferir en la construcción pero a cambio recibiría el alma del primer ser que cruzara el puente.
Cuando finalmente se terminó la construcción del puente los monjes engañaron al Diablo enviando a un perro como primer ser en cruzarlo. Enfurecido por el engaño el Diablo se lanzó al río, y desde entonces el puente nunca ha sido destruido. Según la leyenda, las aguas turbulentas del río Hérault son una manifestación de la ira diabólica.
En conclusión, estos lugares asombrosos están llenos de hermosas leyendas.
Vengan y vamos a descubrirlas juntos.
Precios de la visita:
Visita completa: Incluye una visita guiada por Saint-Guilhem-le-Désert, el Puente del Diablo, un paseo a lo largo del río y un almuerzo en un restaurante local (6 horas) — 500 euros (1-4 personas).
Visita panorámica: Incluye una visita guiada por Saint-Guilhem-le-Désert y almuerzo (3 horas) — 250 euros.
Las entradas a la abadía, museos, almuerzo y degustaciones de vino no están incluidas en el precio del tour y se pagan por separado.
Punto de encuentro:
Aparcamiento en Saint-Guilhem-le-Désert.